domingo, 8 de abril de 2007

Quizás no tenía nada que decir

Es triste, pero uno de los retos que me planteé al iniciar este blog -es más, el único- no lo estoy cumpliendo. Me planteé mantenerlo vivo y hace ya más de dos meses que no escribo nada sobre él.

Igual no tenía nada que decir. Es más, tan poco es lo que tengo que contar que me apropio de una frase del bueno de Saramago, que más o menos venía a decir lo mismo... Parece mentira que una mente tan prodigiosa para el arte de la escritura filosófica y sorprendentemente imaginativa haya estado tanto tiempo en stand-by, esperando algún tipo de activación que le hiciera, de forma irremisible, empezar a crear y no parar. Cuánto he aprendido de él; de sus libros.

No es que no hayan pasado cosas en estos dos meses, ni que no haya pensado ni se me haya revuelto es estómago... tampoco es que nada me ha emocionado... He vivido, y por tanto, sí que podría haber puesto algo.
Pero volvemos a lo de siempre. El maldito tiempo que es tan poco.

Voy a cargar contra la empresa y contra la sociedad en el montaje actual de las cosas. Y voy a cargar por considerarlos culpables de mi escasez de tiempo. Culpables de no dejarme ser quien soy y de no poder expresarme cual soy.

Maldita empresa privada que te consume y se apodera de tu trabajo y de las riquezas que generas con tu trabajo. Maldita empresa que se queda con más del 60% del producto que produzco. País de empresas pobladas de dirigentes y pequeño-dirigentes de tan bajo nivel de profesionalidad, pleno de amiguismos y compadreos que tan mal hacen a la evolución continua y mantenida de nuestra economía.

Y es que para poder subsistir y hacer una carrera profesional en una de las empresas españolas, no importa ni la valía de tu trabajo, ni tus capacidades profesionales, ni la imaginación con que soluciones los problemas, ni la funcionalidad de tus aplicaciones, ni tu capacidad de gestión, ni nada de lo que importa al buen funcionamiento de las mismas. Sólo importa quién seas... de qué familia vienes, quién es tu mentor, e incluso qué maldita ideología política profesas... ¿no es curioso que la mayoría de esos pequeños e inútiles jefes que cobran cuatro duros sean de derechas, tradicionales, españoles?

Así no vamos a ningún lado.

Estoy a la espera de abandonar la ingeniería. No sé muy bien cuándo se va a producir el evento. De momento me encuentro en una lista de interinos para ser profesor de educación secundaria.
Es una forma, no sólo de ganar más tiempo sino de ganar más dinero (aunque casi nadie se lo crea). Y es que un ingeniero, en este país, que se dedica a la investigación, que publica, que participa en congresos internacionales; cobra menos que un profesor de instituto...

Así nos va.

¿Y pretendemos que funcione la Estrategia de Lisboa???

Pero... en qué estamos pensando??


No hay comentarios: